Un problema en Francia pero que es común en España
Necesitamos un conductor para la
competitividad francesa
La Orquesta de las Naciones tiene un
director: el de la competitividad. Ponerse fuera de esta música es
perder notas, es olvidar lo que defendemos como valor en el concierto
de las Naciones. Francia tiene que reinventar la música que lleva a
otras naciones a reactivar el crecimiento, gracias a la
competitividad renovada.
La competitividad de nuestra nación
debe sonar lo antes posible con nueva música.
La composición de una orquesta:
Es la trompeta que despierta la
guarnición.
Es la corneta que suena la carga.
Es la flauta que endereza la serpiente.
Es el piano, a veces mal afinado.
Es el violín fiel a los jefes de
estado.
Es la guitarra de las personas sin
hogar y sin nación.
Es el bombo que despierta a la
población.
Estos son los platillos que anuncian el
final de la partitura.
Es el tambor de la guardia rural que
anuncia en el lugar público la buena y la mala noticia.
Y en todos estos sonidos, está la gran
campana, los tocsin que anuncian la guerra y la muerte de los
pueblos.
Así es la vida, el llanto del niño
desde el nacimiento y la campana que hace sonar a la libertad para
volar. Todos estos músicos y el conductor tienen la misma partitura
para la misma música interpretada por los más grandes músicos. Por
eso es tan hermosa.
Sin embargo, las naciones tienen un
concierto amañado en el que el conductor de la competitividad no
puede conducir ya que la diferencia es grande, los puntajes sucios y
los instrumentos desafinados. En este concierto de las Naciones, los
trabajadores, los asalariados, el capitalista, no tienen la misma
partición. Y, desde esta orquesta, no se puede lanzar música
armoniosa.
De hay que piden:
De hay que piden:
Por eso, le pido, señor Presidente,
que comience a poner de nuevo todos estos desacuerdos en Francia para
hacer de Francia una gran nación.
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