Menos demanda = más caída de precios
“Estamos en un contexto de bajos tipos de
interés en el que, sin embargo, la demanda interna no acaba de tomar impulso en
las economías periféricas europeas. En el caso español es particularmente
patente y existe un esfuerzo por tratar de atraer esa demanda con precios más
reducidos”, indica Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la
Bangor Business School (Reino Unido).
Así,
parece evidente que la caída de la demanda afecta a los precios. “Si
descontamos de la tasa de inflación la parte de la misma que se debe a factores
exógenos (subidas impositivas, medicamentos y otras medidas regulatorias) su
nivel es muy bajo en comparación con el que había antes de la crisis”, explica
María Jesús Fernández, analista de Coyuntura de la Fundación de Cajas de
Ahorros (Funcas).
Lo cierto
es que la caída continuada de precios tendría una consecuencias devastadoras
para la economía española. Para Jorge Malfeito, profesor de Economía Aplicada,
de la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid, "un problema de deflación
vendría a empeorar las malas expectativas que ya sufren la economía española y
europea, dificultando la creación de empleo y retrasando de manera alarmante la
salida de la crisis". Además, haría aumentar el valor real de la deuda, la
tasa de interés real y se entraría en un círculo difícil de salir.
De hecho,
la economista indica que “llama la atención que con la caída de la demanda que
se está produciendo, la tasa de inflación no sea más baja, incluso aunque
descontemos el efecto de la subida del IVA y de otras medidas que se tomaron el
año pasado”.
“Los
últimos datos de mayo han despejado parte de los fantasmas de abril, puesto que
la inflación ha sido mayor [1,7%]. El riesgo de deflación está en buena medida
controlado por el BCE. Si las expectativas son de crecimiento, que algunos ya
apuntan que podría darse en el tercer trimestre, cabe estar aún menos
preocupados”
¿Camina
Europa hacia una crisis japonesa?
“Europa
no debería esperar a estancarse en una deflación crónica para extraer tres
lecciones de la experiencia japonesa: no dejar que las tendencias deflacionistas
se instalen, atreverse a adoptar políticas ambiciosas y, sobre todo, coordinar
sus esfuerzos", defiende Saint-Georges. “La zona euro debe acabar
rápidamente con las presiones deflacionistas y reforzar su potencial de
crecimiento nominal a largo plazo”.
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